Otra vez soy el alacrán contorsionista de silencioso arrastrar. Otra vez me disfrazo de ocasión y aparezco en las tripas de una autopsia.
¡Charán!
¿Me habían olvidado?
Seguro que no, una larga lista de fracasos exitosos, gracias menores y comentarios al margen me avalan.
Y ahí aparece mi nombre sulfuroso, pudriendo un final de cuento.
Es una manera de contarlo.
La otra es más simple:
El tiempo me dará la razón y sus miserables y sórdidas historietas me absolverán.
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