martes, febrero 17, 2009

Anna Gavalda "El consuelo"

Últimamente no estoy buscando libros sino que los libros me buscan a mí. Leo lo que otros van dejando en mis manos y así no me molesto ni siquiera en elegir. Supuse que un poco de azar le vendría bien a mis prejuicios. Así fue como llegó "El Consuelo".
Empecé a leerlo con cierto recelo (yo siempre leo con cierto recelo todo aquello que no conozco de nada y más sabiendo que es un "Super ventas") y terminé leyéndolo con la misma sensación.
Es una novela ligera que se lee bastante rápido porque la prosa es fluida y las descripciones son ágiles. Eso sí, la lectura me echó en cara uno de mis principales errores a la hora de escribir y que son los puntos suspensivos. Yo los uso mucho, demasiado, en exceso y ya vi lo que pueden llegar a agotar. Hubiera preferido menos... la verdad... menos... es más...
Los personajes, para mi gusto, están excesivamente caracterizados hasta el punto de que el único que parece real es el protagonista, Charles Balanda, un arquitecto cincuentón con todo y su alopecia, su andropausia y sus crisis afectivas a cuestas. Los demás son un poco "muy": La adolescente, muy adolescente. La mujer frívola, muy frívola. La controladora, muy controladora y así, por el estilo. Paradójicamente, esto los hace entrañables porque nos ayuda a intuir el resto dado que no hay complejidad para terminar de completar el estereotipo.
La primera parte del libro me gustó mucho más que la segunda. El contraste entre el blanco y el negro del arquitecto es tan evidente que no da lugar a la grisura que se espera de cualquier recuperación de la vida.
Pienso que si se hiciera una película de esta novela, tendría que ser al estilo de Amelie por lo francés, por los personajes, por la felicidad y por la magia. Así, con esa estética efectista, quedaría de maravilla y apta para toda la familia.
¿Que si me gustó o no?
Sí, creo que a ratos me gustó mucho y a ratos me llegó a exasperar. El final llega a ser predecible casi desde la mitad del libro, pero un hombre como Balanda tiene que atar muchos cabos, así que aunque se sepa el "happy end" tenemos que gozar con la felicidad del hombre feliz.
Si tuviera que dejar este libro en manos de alguien más, lo dejaría en manos de mi mamá. Seguro que a ella sí le iba a gustar muchísimo.

No hay comentarios.: