jueves, febrero 07, 2008

Ritos de paso

Y si las cosas no se acaban hasta que se acaban ¿por qué requiero forzadamente hacer pausas visibles, marcar calendarios y renovar mis hojitas marrones?
No lo sé.
Necesité algunas cuantas -muchas o no tantas, nunca suficientes- cervezas para celebrarnos el fin de clases. No quiero pensar en que ahora sí tengo que pensar. A veces creo que lo mío es puro obreraje intelectual sin andamio alguno y que acabaré estrellada como una sandía en el infinito popperiano (sí, me pasé de lanza... estoy creuda ¿vale?).
Cuestión: El lugar común de los ciclos por más que reniegue de Buda. La oficina árida e impersonal. Mi jefa, por suerte, ausente y mis ojos viendo con deseo toda el agua de los mapas fluviales.
Pero lo necesitaba. Necesitaba jugar a la generación escolar, a la salida del colegio, a la toga y el birrete, a todas esas cosas que no hacemos los antropólogos ni hicimos los sociólogos.
Inclusive en mi ritual de paso no faltó el "amigaaaaa, te voy a extrañaaaaar" y el clásico de clásicos: "¿por qué justo ahora que nos vamos descubro que eres tan chiiiidoooo?"
Bah.
Boberías de borrachos buscándose un paréntesis antes de enfrentarse a lo que viene. Lo que viene, para mí, es hacer acopio de disciplina, sacar orden del desorden que me acompaña y domar al caos para poder hacer mi investigación con un poquito de cordura (cordura, con "c").
Por lo pronto ya tengo un viajecito académico programado (espero que al menos me inviten un par de tapas) y me regodeo en la melancolía que me empiezan a transmitir mis sujetos de estudio.

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