El cobrador del frac
Uno de mis grandes hallazgos en este país, ha sido el cobrador del frac. Es un güey que va vestido de frac persiguiendo a los morosos hasta lograr que cubran su deuda.
A la terrible sensación de deber algo o mucho, se le añade el escarnio público. Si un tipo de frac con maletín va detrás de tí hay dos opciones: Te va a proponer un duelo decimonónico y te retará a muerte o es el famosísimo cobrador del frac. En ambos casos las opciones te ponen de cara a una situación límite y ambas juegan con un valor que parece olvidado: el honor.
Yo no sé si en México funcionaría una cosa así. Primero, por el que deudor seguro querría arreglar la situación con unas cervezas. Después, porque si yo fuera el cobrador del frac, las aceptaría gustoso pues me parece una chingadera andar en pleno verano vestido así.
Los he visto anunciados en periódicos y en ifojobs. Nunca he visto uno en la calle aunque supongo que más pena me daría el cobrador que el deudor. Algo parecido a lo que me ocurría con las botargas del doctor Simi: una sensación de vergüenza ajena y a la vez unas enormes ganas de agarrarlos a patadas.
Hay algunas variaciones con estos cobradores. También están los toreros cobradores, los zorros cobradores y los monjes cobradores. Yo me pregunto: Si un cobrador del frac adeuda algo ¿lo perseguirá un torero que a su vez sea perseguido por un monje que sea perseguido por el primer cobrador del frac? Puede sonar muy tonto, pero en este país casi todo el mundo debe algo... lo digo en serio.
El asunto es que desde que me enteré de los cobradores del frac, no puedo dejar de pensar de qué diablos va disfrazada mi persecutoria conciencia. Como sé que no es elegante sino bastante bruta, quizá si pudiera materializar mi propia vergüenza, iría disfrazada de payaso diabólico o león marino o de dinosaurio con la cola rota.
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