jueves, septiembre 09, 2004

Soy mala

Ayer sin querer, hice sufrir a un niño pequeño. De seis añitos, o algo así. Todos sus compañeros iban vestidos de animales. Las niñas de mariposas, de abejitas; los niños de tigres, leones, perros. Él iba de conejo, pero el traje le quedaba demasiado chico. Su disfraz era un mameluco al que su mamá había cortado los pies para que al pobre chamaco le entraran las piernas. Por supuesto las largas mangas, ahora eran tres cuartos y el traje le quedaba tan estrecho que se marcaban sus nalguitas. No sé porqué lo vi y no pude parar de reír. Imaginé que el conejo se había tragado al niño cuando era un bebé y que el pobre creció dentro del conejo hasta romperlo. Entonces me dio un ataque de risa estúpida e incontrolable y por más que trataba de no ver al conejo no podía evitar mirarlo de reojo y seguir riendo esquizofrénicamente. El niño se dio cuenta, y supongo que todo el día fue blanco de burlas de sus compañeritos, pero que llegara una vieja tarada a reírse de él, fue el colmo.
De pronto me topé con su carita triste y... lo siento, no pude parar de reír. Hoy trato de sentirme mal, pero cuando me acuerdo me entra otra vez ese impulso de risa tonta.
aaaay, Beatriz... qué bruta eres.

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