Fue esa línea lo que me inquietó. Boca línea recta mirándome. Boca línea recta idéntica a la de Ella. Siendo idéntica a la de Ella esperaría un escupitajo y sin embargo, me sonrió. Yo apenas fruncí los labios y bajé la mirada como si hubiera sido la boca de Ella y no un remedo de la boca de Ella.
Lo asombroso es cómo cualquier línea recta, cualquier lombriz viajando en metro, cualquier grieta en una cara ajena es una rendija por la que se cuela el pasado. Pasado que no se colaría si Ella no me hubiera incluido en el pack de la traición con ese "Ustedes" que me ponía del lado del enemigo. Pasado que no acudiría después de tantos fracasos de no ser por esa culpa modesta pero crónica que se aloja en la memoria.
Me digo que así es la vida, que una no se podía hacer responsable de crisis de los cuarenta cuando se tenían veinte, que no era maldad sino inconsciencia y que finalmente acabé del mismo lado que Ella, aunque dijera "Ustedes", aunque mi nombre fuera un dolor, aunque Ella nunca sospechara que después tendría que aplicarse el mismo consuelo que me regaló.
Y todo eso pienso mientras la mujer de la boca de raya me sigue mirando como si intentara saber qué pasa por mi cabeza y a mí me dan ganas de pedirle perdón sólo por traer una boca prestada.
2 comentarios:
Seguimos de pruebas
Probando probando...
Tu blog me hace experimentar algo que siempre me causó mucha inquietud; no saber cuándo un escritor se expresa ya sea en función de sí mismo o de un personaje. Contigo me pasa poco pero cuando pasa... jijos!
Dejo una vela por los tres mil comentarios.
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