Con la regadera y el shampoo, germinaron en mi cabeza las notas de una canción tonta, una baladita romanticona que no puedo recordar quién interpretaba.
Este baño no tiene una acústica tan buena como otros en los que he desgañitado cualquier cantidad de melodías, pero el rito es es el rito. Hoy en la mañana, la primera vez me salió fatal. Cuando procedí a poner un poco de acondicionador ya salió mejor porque además de que la garganta ya se había desperezado recordé la segunda estrofa. Yo suelo cantar en la ducha de lunes a viernes. Los fines de semana no, porque por alguna razón no me gusta que mi actual marido me escuche cantar. Es un trauma del pasado derivado de un ex que decía que mi voz estaba llena de vicios, me tocaba la puerta del baño y me decía que eso no era así sino de esta otra forma. Yo persistí en mis vicios de voz y en muchos otros vicios. Mi actual marido en cambio encuentra bonita mi voz, por eso debo ocultarla, para que no recuerde que canto bien -según él- y no me lo pida en público como quien le pide a su niña de cinco años que cante la canción que aprendió en el kinder. Así soy yo: terca ante la crítica e incrédula ante el halago.
Ocurrió que la canción que germinó en la mañana se convirtió en una maceta que traje en la cabeza todo el día. Lamenté no tener mi Ipod a mano para ponerle otras canciones encima y ver si se diluía con otra. Empecé a tararear mentalmente otra cosa pero la hierba mala arrancaba de cuajo a las otras canciones.
Y así, hasta este momento, en que Satie me está desyerbando la cabeza.
Mañana es miércoles y podré cantar de nuevo con mi voz maleducada alguna baladita tonta que espero secar de raíz con la toalla.
1 comentario:
poemas a las canciones pertinaces.
muy bueno bea!!!
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