Busco la pareja del calcetín morado y me quejo de un dolor en la cintura. Tú dices algo que transforma el cesto de la ropa sucia en la canasta de un niño abandonado y mi dolor cotidiano, en una angustia egoísta.
No digas esas cosas cuando estoy buscando sólo un calcetín.
No digas esas cosas, así, como al descuido... no digas nada, a menos que puedas emparejar mis dudas nones.
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