¡Me cago en Poncio Pilates!
Sí, me cago en ese señor que inventó esos ejercicios extraños y contorsionistas, después se lavó las manos y dejó como legado inmensas pelotas para, nunca mejor dicho, hacer el oso.
Al final caí en la dinámica del gimnasio y la vida sana (aunque junto a mí humeé mi tradicional Camel de acompañar letras) y aquí me tienen tragando lechugas, pesando los magros bisteces y soñando con pasteles de chocolate. Para completar el pack de "de-este-año-no-pasa" me inscribí a los pilates hace más de un mes. Aunque algo he progresado, creo que debería cobrarle al gym una comisión por montarles cada clase el show de medio tiempo. Hoy por ejemplo, me dio un calambre que me dejó sin aire y tuvo que acudir la maistra a hacerme masajito recuperador. Pero días antes me caí porque me mareé por "no saber respirar" (ni idea de cómo he sobrevivido hasta ahora),la clase anterior me quedé sin pareja y me tocó con la maistra que no se apiadó de mí, y así, varios ridículos de distinto calibre que sólo hago para romper el hielo y la rutina y que no se aburran mis compañeritas (sobre todo esa rubia flaca que siempre tiene cara de asco).
Así que hoy me sentí la neta del planeta y me dije: "Antes de la clase haces media horita de caminadora" Y claro, no contaba con que las caminadoras estaban ocupadas y me subí a un aparato cuyo nombre descubrí cuando la chica amablemente me dijo "anda, usa la elíptica" y sentí un pavor peor que si lo hubiera dicho la maestra de matemáticas de la prepa. Elíptica no es una palabra que vaya asociada a recuerdos agradables.
Ya nomás alcancé a decirle que suavecito, suavecito y ahí voy yo, piernas y brazos, escale que te escale el monte imaginario que lleva a ningún lado y venga, no mires la pantalla, no te presiones, ufff... aaah... ufff... resoplido, uuuy voy re bien... uuuhhh... pmfffmff....................
Y cuando según yo ya llevaba como 15 minutos, se me ocurre mirar la pantallita y sólo llevaba cuatro. ¡Cuatro minutos! y ya que estábamos eché un ojo a las calorías y cuando vi que ni siquiera había quemado el Vitalínea que se hace pasar por postre no lo podía creer. Pero no lloré. Seguí ahí dale que dale, xino xano, me lleva la chingada, pian pianito, cómo se me ocurrió meterme a esto, venga vamos, tú puedes, no sé pa' qué, ay esa vieja me mira feo, ay pa' la próxima me traigo el Ipod, uno dos y tres y cuatro, no mires, no mires, no mireeeees otra vez que te me agüitas. Con esos ánimos que me doy, de pronto me dedicaré a escribir libritos de autoayuda, aunque mi rubro siempre ha sido más bien la antiayuda.
Y bueno, prueba superada, piernas como flan y a la clase de Pilates de los Palotes en donde nuevas aventuras le esperaban a mi anquilosado y rotundo cuerpo. Lo que más risa me da es cuando la maistra dice: "Vamos, chicas, a recuperar la figuraaa" y es que yo voy a la inversa, yo no quiero recuperar nada, quiero perder la figura, por lo menos convertirla en un óvalo.
Si mañana me puedo levantar y no necesito una silla de ruedas, iré por más y luego al sauna y si no vuelvo a postear es porque, como no sé respirar, me ahogué en la cabina.
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