miércoles, febrero 01, 2006
Este bonita y coercitiva ilustración la ví en el blog del Vega y forma parte de una campaña más grande en favor de la lectura.
Yo la utilizaré los últimos o primeros días de cada mes (según mi hueva, mis ganas y lo que se tercie) para recomendar tres libros. Allá ustedes si los leen o no. No les voy a contar ni poquito de qué se tratan, odio las sinopsis y los resúmenes que lo arruinan todo. Evidentemente las recomendaciones son subjetivas porque yo no soy crítica de nada y soy opinóloga de todo. Ahí les van:
Nunca me abandones, Kazuo Ishiguro.
Este libro es de esos que te atrapan porque además de una narrativa ágil, la historia va develando asuntos turbios acompañados de un tufo de melancolía que permea toda la obra.Es una buena mezcla de ciencia ficción con aire gótico, de novela de adolescentes narrada por una voz adulta.
Algo raro me pasó con este libro, lo disfruté mucho mientras lo leía pero cuando terminó me quedé un poco insatisfecha. No sé porqué. Quizá porque Lo que queda del día, del mismo autor me pareció superior. Eso sí, me declaro fan de Ishiguro y aunque sólo he leído estos dos, creo que no me defraudará ninguno de sus libros. Dicen los expertos que Nunca me abandones no es precisamente lo mejorcito que tiene y sin embargo, a mí me pareció muy bueno.
Los rojos de ultramar, Jordi Soler
Disfruté mucho leyendo este libro que une precisamente mis dos mundos: Barcelona y México. Es entretenido, ágil, con una historia interesante. Me pareció mucho mejor esta novela que los cuentos de Jordi Soler. Todavía no puedo descifrar si el libro me gustó muchísimo o si forma parte de una serie de piezas que se juntaron. Me refiero a que cuando empecé a leerlo estaba dándole vueltas al tema de la migración, de la identidad, del exilio y que justo mientras lo leía visité la exposición de Catalanes en el exilio. Yo con tanto encima, no puedo dar una valoración objetiva del libro. Pero de que es bueno, pues sí, lo es.
El dios de las pequeñas cosas, Arundhati Roy
Este libro es una filigrana. Cada imagen está relatada minuciosamente. Si tuviera que ponerle un nombre, la llamaría literatura artesanal aunque suene mamón, pero no se me ocurre otro concepto. La historia tiene que ver con tres generaciones en la India y un par de gemelos. Confieso que estuve fascinada tres cuartas partes del libro y que cada palabra era un gozo, pero yo soy muy desesperada y de pronto quería saber ya cómo se iba a resolver la trama y me empantané con tantas florecitas e hilado fino que doscientas páginas antes habían sido mi delicia. Es un gran libro de esos que dan ganas de releer de a poquito y ya buscaré otro de esta autora que es mi más feliz descubrimiento del mes de enero.
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