Adiós
En pocas horas sale mi avión. Se nota que estos días no he tenido nada que hacer. No hay historias que contar y sólo atino a asquearme de tanta despedida despiadada.
Antes me hubiera ido así nomás, pero parece que me vuelvo vieja, ociosa, mañosa y sentimental. De cualquier forma, aquí queda la historia.
Gracias por participar de mi soberbia, mi pecado capital favorito a pesar de que parezcan más míos la gula y la pereza.
Aún no he decidido si este blog continua o no. Me parece muy artificial cambiar de ciclo nomás por subirme a un avión. Supongo que algunos meses seguiré arrastrando todavía secuelas de este capítulo. No lo sé.
En todo caso, y como parece que soy adicta a las despedidas, pues haré lo propio. Pero como el asesino siempre vuelve al lugar del crimen, quizá seguiré matando ideas por aquí y exhibiendo sus cadáveres para escarmiento de mis propios sueños.
En fin, ni yo misma sé lo que haré.
Todavía me pregunto a dónde voy, porqué me voy.
El destino me sigue pareciendo una cosa muy ajena y muy dispersa.
Por si acaso, agradezco su paso por aquí y si regreso, no me miren feo, tengo derecho a ir y regresar, ir y regresar (eso dice mi mamá y como una excepción le haré caso). Siempre hago lo mismo, no conozco lo definitivo.
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