La primermundización de lo cotidiano
En cierta forma, sí, todos somos seres humanos. O como diría mi papá "Todos somos hijos de dios". Claro, algunos vivimos en el tercer mundo que en el pleamar araña por milímitros al primer (¿o único?) mundo y en la bajamar somos escombros para el bajoalfombra. Claro que también está el último mundo, ese cuyo mayor anhelo en la vida es un plato de frijoles. Mientras para unos comer productos orgánicos es un retorno a las buenas costumbres alimenticias, para otros la "agricultura de traspatio" -nombre fino y elegante de las tres lechugas que a duras penas crecen en el último reducto de tierra no expropiado-, es la única manera de subsistir.
Por ejemplo, mis exageradas metáforas sobre "Volé a bordo de un autobús con alas " se volvieron realidad cuando al regresar de Londres en mi mismo avión viajaban más de cincuenta púberes incontrolables. Los niños europeos por lo visto, no van a museos locales en bus o a excursiones al lago o montaña más cercano. Ahora se van a Londres o a Italia y en lugar de gritar "Acelérele chofer, acelérele chofer que lo viene persiguiendo la mamá de su mujer"; se la pasan fastidiando a las aeromozas y gritando durante el despegue y el aterrizaje.
Los estudiantes de grados superiores, no tienen que pasar por el tráfico escondido de drogas. Después de tomar unas cervezas y decidir seguir un poco la fiesta, Nacho me dijo que iríamos al SOAS y yo supuse que sería un bar cualquiera. Pues noooo, el SOAS es The School of Oriental and African Studies, muy elegante, con su recepción alfombrada, sus torniquetes y sus puertas de cristal. Pasando este tramo formal, se bajan unas escaleras y uno se encuentra un bar con mesas de billar, la mejor música indie, cervezas, whiskies y bebidas de todo tipo enmedio de una densa nube de marihuna de la buena. Es el bar de la Sociedad de Alumnos. Como le dije a Nacho, la primermundización de las islas de CU (Chiste apto sólo para egresados y estudiantes de la UNAM).
Eso sí, muy primer mundo pero aquí en Barcelona no abren las tiendas los domingos. Sólo las panaderías o las tiendas de los pakis. Y muy primer mundo, pero afuera de los antros no hay carritos de hot dogs. Y muy primer mundo pero ¡Tengo un antojo de chilaquiles!
En fin... esta es la Unión Europea y aún guarda bastantes matices. Mientras en los aeropuertos españoles miran mi pasaporte con mucha simpatía por ser mexicana, en Frankfurt casi perdí el vuelo después del interrogatorio sobre qué mierdas hace una sudaca pisando su inmaculado suelo. En Londres la señorita del mostrador me sostenía una sonrisa mientras que con su apurado inglés hablaba bajito por teléfono informando que era la única viajera que no pertenecía a la comunidad europea.
El día que desde Texas (porque Texas es nuestro) hasta la Patagonia, seamos un bloque, seremos indulgentes y no cobraremos venganzas históricas. Tendremos suficiente trabajo domando a los E.E.U.U.
PD: Hoy es cumple de Ximena. Hace un año, después de atascarme de cheetos y vino tinto durante la celebración de su cumpleaños, terminé en el hospital. Hoy por eso mantengo sana distancia y prometo brindar por ella moderada pero efusivamente. Ximenaaa: besos y abrazos.
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