En la novela “El
mapa y el territorio” de Houellebecq, Jed, el protagonista, se dedica a
fotografiar mapas de la guía Michelín como parte de un proyecto artístico. Su
exposición se titula “EL MAPA ES MÁS INTERESANTE QUE EL TERRITORIO” y me parece
que en torno a esa premisa gira toda la novela. Pero yo no vine aquí a hablar
de este libro, o al menos, no de momento. Me interesa de la novela el nombre,
la representación que es en sí (un mapa de las frivolidades) y la
representación de las representaciones.
Según Franco
Farinelli, un geógrafo italiano, hoy en día el mapa precede al territorio
porque buena parte de nuestro mundo está basado en representaciones y, siguiendo
a Heidegger, recuerda que los occidentales creen que la representación del
mundo es el mundo. En este modelo de la modernidad, dice Farinelli, se prevé
que el sujeto esté inmóvil.
Siempre he sentido
fascinación por los mapas geográficos. Por los mapas en sí porque a mí rara vez
me representan la realidad. Muchas veces me he perdido con el mapa en la mano
porque voy caminando en dirección contraria. Antes me angustiaba eso, pero
después aprendí que hay cierta gracia en perderse, sobre todo cuando se está de
vacaciones. No me gusta preguntar a la gente en la calle porque no confío que
su lógica y la mía puedan hacer intersección en un plano mental que me lleve al
lugar indicado. Pienso raro. Mi
fascinación por los mapas se vio reforzada cuando trabajé en una cartoteca a la
que entré con cierto desánimo porque yo prefería la biblioteca. Ahí aprendí a
sacar escalas para mapas pequeños, a guardar correctamente los planos de papel en
esos cajones que parece que albergan muertos y me liberé de estar acomodando
cientos de libros en los estantes. En la cartoteca vi que la gente, además de
los mapas que necesitaba, solía pedir mapas sobre sus pueblos y ciudades. Hay
una necesidad intrínseca por ver la representación de lo habitado. Supongo que
es práctica habitual buscar lugares conocidos en el Google Maps. Yo lo hago con
frecuencia para visitar la casa de mi madre, después deposito al mono amarillo
en el street view y lo obligo a hacer el recorrido a la tiendita, pero el grado
de detalle no da para ver los cigarros y la coca cola que yo compraría.
Todo lo anterior
venía a cuento después de ver la exposición “Cartografías contemporáneas” y
pensar en que encontraría además de estos mapas físicos, otras
representaciones. Todo puede ser representado. Y yo creo que por esta fascinación
derivada de los mapas geográficos, que son los primeros que conocemos (“¿me da
un mapa de la República Mexicana con división política y sin nombres?”), me
gustó tanto el enfoque de Análisis de Redes y sus posibilidades de
representación visual. Por eso eché muchísimo de menos que en la exposición no hubiese un apartado más grande dedicado a la representación de redes ahora que está de moda con la popular creencia de que los que hacemos redes nos dedicamos al Internet. Yo pensé que
enfocarían el potencial en los grafos de redes, por su actualidad y porque no
dejan de ser mapas en donde los sujetos están estáticos, sí, pero la capacidad
interpretativa de las ciencias sociales los pone en acción. Me llevé un pequeño chasco aunque la exposición en sí está muy bien montada y hay un montón de material interesante.
Cuando descubrí el
programa Gephi me puse a redearlo todo. Y como buena dispersa que soy, en lugar
de centrarme en mi tema, me puse a hacer composiciones poéticas en redes, a
graficar la endogamia de mi clan tlaxcalteca, a graficar mi pasado y a hacer mi
egroed y la de otros.
Casi todo es susceptible de ser explicado y simplificado con una representación (discúlpeseme la posmodernidad) y en eso me entretengo. Por eso cuando encontré el fichero de la novela “Los miserables” de Víctor Hugo me dediqué a jugar con ella un buen rato suprimiendo personajes y visualizando la historia. El gráfico de aquí abajo (que ya estoy suponiendo que no podrá visualizarse en toda su plenitud) muestra a los personajes, a los grados (Indegree/outdegree) y, para esta representación, los agrupé en modularidades o subredes. Quien se haya leído la novela, encontrará la lógica. Quien no, puede regodearse en la representación por sí misma aunque no sea más interesante que el territorio. Esto no es una novela, los mapas no son el mundo, pero como toda fotografía, tiene su punto de curiosidad por la inmovilidad de los elementos y por la presentación de un momento que nos sugiere un todo, un alguien, un lugar. Un todo conocido o un todo desconocido. En ambos casos, el mapa, remite a una realidad o a sí mismo como realidad per se.
2 comentarios:
Hace tiempo que no me daba una vuelta por tu bitácora. Este tema de los mapas, el e sacio y la representación.... algún día te tengo que invitar a que des una charla con tus reflexiones en mi curso.
Hola Víctor!
Encantadísima de ir a tu curso (antes o después de alguna comidita de esas que subes y que tanta envidia me causan)
Besos.
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