…No tornaràs mai més, però perdures
en les coses i en mi de tal manera
que em costa imaginar-te absent per sempre.
en les coses i en mi de tal manera
que em costa imaginar-te absent per sempre.
Miquel Martí i Pol
Yo elegí bordar un nombre entre
muchos otros o el nombre me eligió a mí por dos características: “estudiante de
sociología” y “murió haciendo una pinta por la paz”. “Suri” le decían a este
chavo cuyo nombre he traído paseando en mi bolsa. José Fidencio, se llamaba. Cuando tracé las
letras con lápiz sobre el pañuelo, Cordelia me contó que murió a causa de una
bala perdida mientras hacía su servicio social.
Me decidí por una puntada
sencilla, las manualidades no son lo mío. Las primeras puntadas fueron
compartidas, hablando de la situación en México frente al Zoo de Barcelona y sabiendo
que nuestro gesto simbólico también era para nosotros mismos una reflexión
sobre el aquí y el allá y la muerte. Tanta muerte inocente. Tanta rabia por
ello.
Me llevé al pañuelo de José
Fidencio a tomar unas cervezas con Nuria,
también paseó por el metro y me acompañó a comprar el pan. Cada vez que
retomaba el bordado pensaba en él, pero puntada tras puntada los pensamientos
se iban transformando. Pensaba, por ejemplo, en que “Suri” podía ser cualquiera
de mis compañeros de Sociología. Pero también pensaba en el bordado y la
perspectiva de género. En las labores del hogar. En que la madre Gertrudis me
había enseñado a bordar hace más de veinte años. En que estaba desperdiciando
mucho hilo y la misma monja nos había contado que una santa pasó mucho tiempo
comiendo en el purgatorio los hilos que había desperdiciado. En la concepción
del pecado en el mundo contemporáneo. En si debía sentirme o no culpable de lo
que según ciertas normas podía ser un pecado. En el nombre civil del pecado. En
los pecados de José Fidencio. En cómo
juzgaría José Fidencio las confesiones entre Nuria y yo. En si se reiría de
nosotras o apoyaría nuestras teorías. En si José estaría enamorado y cómo y de
quién. En qué injusta manera de morir.
A veces le hablaba al “Suri”:
“Mira, José, te estoy bordando en catalán porque creo que te gustaría estar en
otras lenguas y si pudieras, dirías que estuviste en Barcelona. Cuento tu historia en catalán para que otros
la sientan cercana. Mira, José, ya me di cuenta que la inercia del castellano
me hizo cometer una falta de ortografía pero ahorita la arreglamos porque todo
tiene arreglo menos tu muerte y entonces yo ya no sé por qué te hablo si sólo
puedo llenarte de hilos”.
Fueron muchos los ciclos de
pensamiento a la hora de bordar el pañuelo.
Ha sido un duelo, pero también un constante monólogo interior que
termina casi siempre en el dolor. Entonces
dejaba el pañuelo y me venía a Internet a perder el tiempo y a ver otras historias
de gente que sigue viva y otras tantas de gente que ha muerto. En el ocio internáutico busqué a José
Francisco García Neri y el Google me
devolvió su imagen. “Cara de buena onda”, pensé. Y lo imaginé codo a codo en la misma clase
pasándonos fotocopias de Weber o cambiando el mundo en una cafetería. Cosas de
sociólogos.
Me tardé mucho en terminar el
pañuelo. Además de torpe soy inconstante. Un amigo que murió hace poco me dijo
varias veces: “si te dedicaras a lo tuyo de manera consistente, serías un
genio” se equivocaba el pobre, pero ya qué, no podrá ser desmentido. Vuelvo a
pensar en la muerte.
Espero que no me sea tomada en
cuenta la irregularidad del trazo, el horrible terminado que evidencia mi
impericia, las letras dispares, la calidad del hilo, las reflexiones absurdas y
la tardanza. Aquí está el pañuelo. Aquí está José para que no se nos olvide su
nombre, su historia y su vida truncada.
6 comentarios:
Muchas gracias
Gracias, Beatriz...
Hola Beatriz! Antes no pude escribir en el bloc. Soy la mama de Cris. Me encanta tu artículo. Encuentro que està escrito con muy buena literatura y mucho amor. Felicidades!
Muchas gracias. También bordo un pañuelo, buscando a un nieto, hijos de desaparecidos, asesinados por el terrorismo de Estado, en mi país que tantas veces me parece de terror todavía, pero otras no como todos los países, donde hay gente como tú, como yo, como tantos otros que dejamos las cosas un día para bordar un pañuelo y escribir y pensar y recordar.
Hermoso texto, ya mismo lo comparto con personas que bordan pañuelos en mi ciudad, un abrazo
Bordo para no olvidar, en silencio y en ronda de amigas, he bordado junto a Carmen Cachin, que muchas veces nos acompañó en las plazas donde nos reunimos mes a mes a Bordar para no olvidar.
Bordamos nuestros nietos apropiados por las garras del horror del terrorismos de estado, que aún no recuperaron su identidad, bordamos en solidaridad con México, bordamos los nombres de las mujeres que han sido silenciadas por el atroz machismo imperante en mi pais
Gracias por compartir, se exactamente de lo que hablas, hace ya 4 años que bordo casi todos los días y paseo, siempre paseo, mis pañuelos
Abrazos desde Argentina, claudia integrante de la colectiva Bordamos por la Paz Córdoba Arg
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