Un día terminaré
derramando la coca-cola sobre el teclado, sentenciaré de muerte a mi prótesis
social y entonces quizá me ponga a vivir una vida más insólita que incluya
aventuras como subirse al metro en hora pico, cultivar un huerto en el balcón o
llamar a la puerta del vecino y salir corriendo.
Un día la coca-cola
(zero) me eructará mi incongruencia por beber de sus aguas mientras me conduelo
de las miserias del mundo. Yo me voy a perdonar en honor a todas las incoherencias de las que hago gala de palabra, obra y mayormente de omisión. Por mi culpa, por mi
culpa, por mi concienciada culpa es que os ruego que seáis indulgente con mis
vicios. Amén.
Un día se me caerá la
brasa sobre mi computadora mientras cuelga una idea de mis labios y entonces me
daré un unfollow del sistema binario, volveré a ser bípeda y caminaré
kilómetros sin tener que hablar con nadie. Un día quizá mis ideas de cigarros
incendiarios me quemen el dedo pulgar para dejar de poner que “me gusta” con cualquier pretexto cuando en realidad me gustan poquísimas cosas.
Soy una migrante en
toda regla. Una migrante digital y una
migrante mundial. Más o menos esta ha
sido mi vida en los últimos años. Se me
acabó la tinta de la mano izquierda… y como soy zurda sólo me quedan mis letras
ambidiestras dispuestas en el teclado.
PD: Ya no me acuerdo
si este era el tipo de tonterías que solía escribir en mi blog. Sucede que me contagié de un virus de domingo
y tengo que exorcizarlo en algún lado.
2 comentarios:
Sí, sí, son ese tipo de "tonterías". Y cuánto me alegra, Beatriche.
Al menos hoy encontré algo diferente a ese OCHO septembrino. Saludo
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