Postal matutina
Escribo esto mientras espero que se caliente el agua para bañarme.
Todavía tengo el sueño adherido a la pijama.
Anoche soñé que tenía caspa. Mucha caspa.
Desperté pensando que nunca he visto nevar. Sólo vi, alguna vez, la nieve gris atropellada y a los niños sin guantes haciendo bolitas de frío miserable. Niños de tierra haciendo hombres de nieve sin nariz de zanahoria.
Pienso en aquellos niños de tierra adentro que quieren ver el mar. O cuyos padres piensan que deben ver el mar y que en realidad es tan prescindible como la nieve.
En mi sueño, la caspa era brillante cuando caía al suelo. Y yo corría y desprendía una estela como si fuera un cometa caspeante, pero en el sueño lo brillante no era bueno sino malo. Del mismo calibre de malo que la caspa sobre los hombros. De ese malito molesto, jodido y cotidiano.
Suerte que en la regadera tengo Head & Shoulders para quitarme los brillos casposos y los sueños de nieve.
Hace frío.
Ahora quiero estar tragando arena en el desierto.
Es otro tipo de sueño jodido.
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