Mujer... casos de la vida real
Estaba en una tienda de saldos de ropa interior (pa' qué los engaño diciendo que estaba en Gucci cuando en realidad buscaba calzones de a euro) viendo los güonderbras, cuando de pronto entró una mujer corriendo con un niño en brazos.
Había dos señoras esperando para pagar y otra más cerca del mostrador. De un momento a otro, la cajera da un salto y abraza a la mujer con el niño mientras le grita "felicidadeeees, felicidadeeees"
Y yo, con mi habitual capacidad de observación del detalle y con mi agudo olfato para el chisme me fui recorriendo sutilmente (tan sutil como puedo ser yo) del güonderbra a las bragas para niñas que estabán más pa' llá para oír si la felicitación era por un cumpleaños o qué diablos. La señora que se quedó faja en mano a punto de pagar, empezó a hacer mueca de disgusto que fue transformándose en asombro cuando vio a las dos mujeres llorando.
Disculpen, dijo la cajera, es que no me lo puedo creer, después de seis meses, no me lo puedo creer.
Entonces entró una abuela a la tienda y gritó:
"Maricammeeeeé, tu niñoooooo"
Y ella fue la que nos explicó al resto de espectadoras que el padre del bebé se lo había llevado sin permiso de la madre cuando tenía apenas dos meses y se había desaparecido (sic).
La mamá lloraba y decía, es mi niño y me lo imaginaba justo así, tan guapo.
Y el resto de mujeres a la caza de ofertas nos quedamos estupefactas.
La señora de la faja lloró y la de atrás se reía no sé si del gusto o de los nervios.
Final feliz de un capítulo que seguramente es parte de una historia infeliz.
Me fui sin calzones nuevos y con una corbata bien apretada rodeando mi garganta.
Ces't la vie, pero aún no me acostumbro... ni a vivir ni a ser mujer y no llorar en el intento.
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