Volver a los dicisiete
Tenía diecisiete años y era una rata asustada buscando aulas grises en la UNAM. La Universidad otra vez es gris y otra vez es Autónoma y la de la cafetería también se llama Mary. No hay sincronizadas pero sí bocatas de jamón serrano. No venden cigarros en todo el campus pero sí venden cerveza.
Confío en que la madurez me llevará a la biblioteca y no al cineclub o "tras lomita". Lo que de seguro no habrá serán tantos sueños. A uno se le cansa la conciencia retacada de consignas. Se le cansa el cuerpo y no tolera tenderse mucho tiempo sobre el pasto.
Quizá el discurso otra vez se me tuerza y este blog se convierta en una extensión del dossier de lecturas y en el resumen que deja la profesionalización del subrayado de fotocopias. Quizá no.
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