Anticuentos
Estoy buscando un guisante debajo del colchón, un negrito en el arroz, un pretexto disfrazado de razón para que parta por la mitad esta serie de just-a-perfect-days. No encuentro ni medio rastro de incertidumbre y eso me inquieta.
La velocidad uniformente acelerada, el lunes antes del martes, el besito de ya me voy y el del ya volví y la rutina que se mueve lento como los brazos de los molinos; no son más que parte de un álbum de cromos que empezará a ofrecer estampitas repetidas. Nunca tuve tanta suerte.
Necesito el disfraz del pesimismo, la negrura de otros días, la bruja mala, los pies de trapo, el zapato de cristal astillado en mi planta. Necesito un aguijón que me despierte, un sobresalto por la noche, un cochero que me ate a su carruaje.
Es mentira: los príncipes que besan no te despiertan del sueño, te sumergen en el letargo.
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