Mal que bien, me preocupa el estilo
La verdad es que hago como que no pienso en eso, pero a veces sí pienso. O sí me lo recuerdan. Hoy Marquito tuvo a bien recordármelo. El terrible Infortunio que llegó para relevarme de mi flamante puesto burocrático.
La verdad hago como que no me afecta, pero noto una depre post sexenal que no termina. Yo en el autoexilio... los demás, mejor ni les cuento, o que ellos solitos se los cuenten. No soy la única que salió a tontas y a locas. Pero eso no es lo que me tiene tan triste. Mal que bien vivo en una ciudad con mar y con la mayor cantidad de bares por habitante. Tampoco me tiene triste haber encontrado el amour después de tanto ajolote de Tizatlán y ave de mal agüero de Totolac.
Lo que me jode es pensar en mi linda oficina con vista a la plaza. La verdad nunca le puse afán en decorarla, se iba manteniendo con los trapazos de Don Beto y los detalles "monos" de Natalia. Se surtía de artesanías que me regalaban de aquí, de allá y de acullá.
Como sea y pese a su desorden habitual de cerros y cerros de papeles, era chula mi oficina.
Ahora el naco del Infortunio la debe tener en una mezcla entre pesero con dirección a Texoloc y oficina de la Secundaria Técnica #23.
Lo de Secundaria lo digo porque seguro ya desplegó la banderota, ya puso la foto de su gober más feo que pegarle a la abuela y añadió ese absurdo fotomontaje de Fox que colocan en todas las oficinas de gobierno y que, por favor, es un absurdo. El otro día veía esa imagen en el Consulado y corroboraba que en esa foto Fox no tiene piernas. Y si las tiene no quiero ni decirle cómo le está yendo a la niña de adelante. Otros recursos decorativos de oficina del director de la "secu": portapapeles con el escudo con su apellido, un cuadro con el escudo del estado, entre otras cosas quesque elegantes.
Y lo del pesero: aromatizante a vainilla, fotografías familiares a tutiplén, seguro ya compró por ahí unas bocinas ultra hi fi que parecen tennis de rapero, le puso plástico a las sillas y a su (mi) sillón ergonómico de megasuperputa madre (es lo que más echo de menos) le compró de esos asientos con bolitas de madera.
Y los libros, los libros son una pena. Había libros de poca madre en ese librero. Iván siempre se los quería robar y nunca lo dejé. De haberlo sabido, me cae que se los daba. Seguro que ahora están alimentando un boiler o si bien les va, un montón de polillas.
Así es esto del subibaja.
Ni pex.
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