He visto hombres que salen de su casa temprano con la corbata ajustada y un portafolio. Esperan el autobús y miran el reloj varias veces como si tuvieran mucha prisa. Si encuentran lugar para sentarse, lo hacen junto a la ventana y van viendo el paisaje como si pasearan frente a las jaulas de un zoológico. Todo lo observan detenidamente y cuando algo les llama la atención giran la cabeza despacito hasta que desaparece de su vista. Si no encuentran lugar, se quedan de pie y no miran a los demás pasajeros. Fingen no estar cansados y vuelven a su prisa imaginaria que enfatizan con su reloj de pulsera. A veces alisan su corbata con la mano.
Recorren todo el trayecto que hace el autobús y cuando llegan a la última parada, miran hacia el cielo, esperan que el semáforo les dé el paso y cruzan para tomar el mismo autobús pero en dirección contraria.
Otros hombres simplemente se conforman con sentarse en el banco más cercano para darles de comer a las palomas.
2 comentarios:
Mi estimada Beata, ese es apenas un fragmento de las maravillas conque podemos recrearnos cuando vamos por la calle. Más interesante aun cuando tomamos asiento frente al que da de comer a las palomas, cómo lo miran los que pasan y qué de cosas muestran los viandantes. Es el espectáculo de la vida cotidiana que a veces las prisa y la neura no nos dejan apreciar. Un buen abrazo
me gusta, me gusta... un saludo betrix... después de algún tiempo he vuelto a encontrar tu blog ;)
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