miércoles, octubre 13, 2004

Carta imposible

Querido ExQuerido:
Te escribiría una carta, pero odias leer; aunque ahora pienso que quizá el morbo de saber qué dice te haría pasar los ojos por estas líneas. Te mandaría la carta si no tuviera la lengua tan seca y tan incapaz de pegar dos sellos de correo en la esquina de un sobre. Quizá el viejo cojín de la oficina de correo me auxilie, pero aún así el sistema de envios es lento y como esta pasión tiene fecha de caducidad, seguro te llegaría una carta rancia y enmohecida.
Por eso te escribo esta carta imposible, que sólo deje constancia de que en un domingo tan nublado, el único rayo de sol que perforó las nubes, me hizo recordarte. Pero después, lo de siempre, se volvió a cubrir el cielo del mismo gris que tenían tus ojos y ahora amenaza con llover en los míos.
Y si pudieras leer esta carta verías que en algún lugar escribí Te querré siempre, pero mis siempres son tan imprecisos y contradictorios como mis alguna vez y como mis no lo sé, así que es mejor que no cargues con mis palabras tan endebles y con mis eternidades tan breves.
Si me respondieras esta carta, escribirías Yo también te quiero mucho pero tu mucho no es siempre y ese mucho vive contenido entre los muros de tus prejuicios. Si me respondieras esta carta, no la enviarías de vuelta porque todo el tiempo que le quites al extraordinario ejercicio de mirarte el ombligo, es un tiempo vano.
Y ahora sé que tampoco me responderías porque sabes que te estoy mintiendo, que no te querré ni siempre ni mucho, que te quise lo que pude y tú no pudiste hacer nada con ello.
Aquí acaba la carta porque se me desdibuja el destinatario y de pronto siento que te estoy inventando, que no te escribo a ti sino al que no fuiste. Al que me fragüé una noche en que alguien -quizá tú- llamó para pedirme que estuviéramos juntos. El resto es una historia que se bifurca y que cada quien cuenta a su modo.
También te mandaría un beso, pero no uno cualquiera, sino uno con música de fondo y miradas sorprendidas... Tú sabes a cual me refiero.
Luego firmaría en esta parte.
Y te pondría una postdata ligera, para restarle contundencia a lo demás. Una frase insulsa seguida de una carita feliz como para graficar que no hay rencores, que todo está bien aunque no nos estemos riendo juntos de la misma película dominguera.

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