domingo, mayo 27, 2007
viernes, mayo 18, 2007
La única poesía que me sé (o me sabía, ya tengo charquitos mentales) es la de Rin Rin Renacuajo. Me la enseñó mi abuelo cuando tenía cinco años y de vez en cuando sin pretexto alguno acude a mi mente. Ayer se me apareció Rin Rin y su amigo el Ratón a media clase y estuve pensando en ellos insistentemente. Pensé que sólo se curaría si venía a poner esto en el blog porque así como se pega una canción tonta, yo traigo al pinche renacuajo brincando por mis neuronas. Sirve este post de exorcismo, a ver si así...
(Por cierto, ahora me entero -gracias a San Google-, de que la poesía es de Rafael Pombo)
Rin- Rin Renacuajo
El hijo de Rana, Rinrín Renacuajo,
salió esta mañana, muy tieso y muy majo.
Con pantalón corto, corbata a la moda,
sombrero encintado y chupa de boda.
"¡Muchacho, no salgas!" Le grita mamá.
Pero él hace un gesto y orondo se va.
Halló en el camino a un ratón vecino.
Y le dijo: "¡Amigo! venga, usted conmigo.
Visitemos juntos a doña Ratona
y habrá francachela y habrá comilona".
A poco llegaron, y avanza Ratón.
Estirase el cuello, coge el aldabón.
Da dos o tres golpes, preguntan: "¿Quién es?"
"–Yo, doña Ratona, beso a usted los pies".
"¿Está usted en casa?" –"Sí, señor, sí estoy:
y celebro mucho ver a ustedes hoy;
estaba en mi oficio, hilando algodón.
“Pero eso no importante; bienvenidos son".
Se hicieron la venia, se dieron la mano,
y dice Ratico, que es más veterano:
"Mi amigo el de verde rabia de calor,
démele cerveza, hágame el favor".
Y en tanto que el pillo consume la jarra
mandó la señora traer la guitarra
y a Renacuajito le pide que cante
versitos alegres, tonada elegante.
"–¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,
pero es imposible darle gusto ahora,
que tengo el gaznate más seco que estopa
y me aprieta mucho esta nueva ropa".
"–Lo siento infinito, responde tía Rata,
aflójese un poco chaleco y corbata,
y yo mientras tanto les voy a cantar
una cancioncita muy particular".
Mas estando en esta brillante función.
De baile y cerveza, guitarra y canción,
la Gata y sus Gatos salvan el umbral,
y vuélvase aquello el juicio final.
Doña Gata vieja trinchó por la oreja
al niño Ratico maullándole: "Hola"
y los niños Gatos a la vieja Rata
uno por la pata y otro por la cola.
Don Renacuajito mirando este asalto
Tomó su sombrero, dio un tremendo salto,
y abriendo la puerta con mano y narices,
se fue dando a todos "noches muy felices".
Y siguió saltando tan alto y aprisa,
que perdió el sombrero, rasgó la camisa,
se coló en la boca de un pato tragón
y éste se lo embucha de un solo estirón.
Y así concluyeron, uno, dos y tres,
ratón y Ratona, y el Rana después;
los gatos comieron y el Pato cenó.
¡Y mamá Ranita solita quedó!
salió esta mañana, muy tieso y muy majo.
Con pantalón corto, corbata a la moda,
sombrero encintado y chupa de boda.
"¡Muchacho, no salgas!" Le grita mamá.
Pero él hace un gesto y orondo se va.
Halló en el camino a un ratón vecino.
Y le dijo: "¡Amigo! venga, usted conmigo.
Visitemos juntos a doña Ratona
y habrá francachela y habrá comilona".
A poco llegaron, y avanza Ratón.
Estirase el cuello, coge el aldabón.
Da dos o tres golpes, preguntan: "¿Quién es?"
"–Yo, doña Ratona, beso a usted los pies".
"¿Está usted en casa?" –"Sí, señor, sí estoy:
y celebro mucho ver a ustedes hoy;
estaba en mi oficio, hilando algodón.
“Pero eso no importante; bienvenidos son".
Se hicieron la venia, se dieron la mano,
y dice Ratico, que es más veterano:
"Mi amigo el de verde rabia de calor,
démele cerveza, hágame el favor".
Y en tanto que el pillo consume la jarra
mandó la señora traer la guitarra
y a Renacuajito le pide que cante
versitos alegres, tonada elegante.
"–¡Ay! de mil amores lo hiciera, señora,
pero es imposible darle gusto ahora,
que tengo el gaznate más seco que estopa
y me aprieta mucho esta nueva ropa".
"–Lo siento infinito, responde tía Rata,
aflójese un poco chaleco y corbata,
y yo mientras tanto les voy a cantar
una cancioncita muy particular".
Mas estando en esta brillante función.
De baile y cerveza, guitarra y canción,
la Gata y sus Gatos salvan el umbral,
y vuélvase aquello el juicio final.
Doña Gata vieja trinchó por la oreja
al niño Ratico maullándole: "Hola"
y los niños Gatos a la vieja Rata
uno por la pata y otro por la cola.
Don Renacuajito mirando este asalto
Tomó su sombrero, dio un tremendo salto,
y abriendo la puerta con mano y narices,
se fue dando a todos "noches muy felices".
Y siguió saltando tan alto y aprisa,
que perdió el sombrero, rasgó la camisa,
se coló en la boca de un pato tragón
y éste se lo embucha de un solo estirón.
Y así concluyeron, uno, dos y tres,
ratón y Ratona, y el Rana después;
los gatos comieron y el Pato cenó.
¡Y mamá Ranita solita quedó!
miércoles, mayo 16, 2007
El final se acerca ya
lo esperaré leyendo a Hempel
Me gustaría tener un cinturón heurístico para fortalecer lo que sé, que es tan poco, que pienso que más que cinturón, necesito un collar heurístico negativo. La culpa de mis paranoias las tiene Imre Lakatos. Estos días son académicamente intensos y se me está diluyendo la literatura que era el único núcleo duro al que aferraba mis verdades.
Mentiría si digo que no sé porqué no me pongo a inventar como poseída y me dejo de etnografías. A veces la gente me lo pregunta. Desconoce que mientras estoy dispuesta a falsearme cualquier hipótesis, soy incapaz de aplicar un modus tolens a ciertas frases, a cierto modo de hacer... a esas cosas que uno no explica por pudor pero que las trae adentro y simplemente "así son"
Será que todavía no hago antropología con el corazón. Será que jamás lo haré y que la vulgaridad del ensayo - error me sacude la epistemología, me la suda pues.
Por otra parte sigo pensando en blogguibloggersbloguest... on line... offline... y en cómo diablos paso de Marvin Harris a esta dicotomía sin pegarme un madrazo en la jeta. También pienso en la pobre víctima que introduzca "Lakatos" en el google y se tope con mis alucines.
Algo que odiaba de niña eran las carreras de costales. Para mí ganar, significaba llegar última. Ganar era simplemente no caerse y esa misma sensación tengo ahora: falta poquito, no quiero caerme, solo quiero acabar este puto semestre de una vez y después aterrizar un 12 de julio en el centro de mi chilanguismo. Besaría el suelo, pero lo hizo antes el Papa y no me gustan las babas ajenas.
Contundentes como fondos no problemáticos estarán ahí tres tacos al pastor: me comeré uno en nombre de Khun, otro en nombre de Popper y el tercero en nombre de Hempel. El agua de horchata va por Feyerabend.
lo esperaré leyendo a Hempel
Me gustaría tener un cinturón heurístico para fortalecer lo que sé, que es tan poco, que pienso que más que cinturón, necesito un collar heurístico negativo. La culpa de mis paranoias las tiene Imre Lakatos. Estos días son académicamente intensos y se me está diluyendo la literatura que era el único núcleo duro al que aferraba mis verdades.
Mentiría si digo que no sé porqué no me pongo a inventar como poseída y me dejo de etnografías. A veces la gente me lo pregunta. Desconoce que mientras estoy dispuesta a falsearme cualquier hipótesis, soy incapaz de aplicar un modus tolens a ciertas frases, a cierto modo de hacer... a esas cosas que uno no explica por pudor pero que las trae adentro y simplemente "así son"
Será que todavía no hago antropología con el corazón. Será que jamás lo haré y que la vulgaridad del ensayo - error me sacude la epistemología, me la suda pues.
Por otra parte sigo pensando en blogguibloggersbloguest... on line... offline... y en cómo diablos paso de Marvin Harris a esta dicotomía sin pegarme un madrazo en la jeta. También pienso en la pobre víctima que introduzca "Lakatos" en el google y se tope con mis alucines.
Algo que odiaba de niña eran las carreras de costales. Para mí ganar, significaba llegar última. Ganar era simplemente no caerse y esa misma sensación tengo ahora: falta poquito, no quiero caerme, solo quiero acabar este puto semestre de una vez y después aterrizar un 12 de julio en el centro de mi chilanguismo. Besaría el suelo, pero lo hizo antes el Papa y no me gustan las babas ajenas.
Contundentes como fondos no problemáticos estarán ahí tres tacos al pastor: me comeré uno en nombre de Khun, otro en nombre de Popper y el tercero en nombre de Hempel. El agua de horchata va por Feyerabend.
miércoles, mayo 09, 2007
Cada día
Hoy vi pasar una mujer con un nido en la cabeza, un hombre con una radiografía en una mano y un libro de autoayuda en la otra, un hombre con una trompeta y una mujer que no sabía cómo ocultar su tristeza.
Fui a clases con resaca y a una conferencia con esperanza con minúscula.
Volví de clases y me hice un sandwich. Terminó la conferencia y me hice una promesa. Después me fui a escribir boberías a un parque. Recordé que antes escribía boberías en los parques. Recordé que dejé de hacerlo porque las coníferas me dan alergia.
Volví a casa en auto con aire acondicionado. Me seguía picando la nariz. Barrí la escalera y me seguía picando la nariz.
Le puse un chorrito de vino a la salsa de los spaghettis y cenamos y cruzamos tres frases.
Y me vine al ordenador a escribir estas boberías sin coníferas y con la minúscula esperanza de que a pesar de la resaca sigamos cruzando tres frases. Me sigue picando la nariz.
Hoy vi pasar una mujer con un nido en la cabeza, un hombre con una radiografía en una mano y un libro de autoayuda en la otra, un hombre con una trompeta y una mujer que no sabía cómo ocultar su tristeza.
Fui a clases con resaca y a una conferencia con esperanza con minúscula.
Volví de clases y me hice un sandwich. Terminó la conferencia y me hice una promesa. Después me fui a escribir boberías a un parque. Recordé que antes escribía boberías en los parques. Recordé que dejé de hacerlo porque las coníferas me dan alergia.
Volví a casa en auto con aire acondicionado. Me seguía picando la nariz. Barrí la escalera y me seguía picando la nariz.
Le puse un chorrito de vino a la salsa de los spaghettis y cenamos y cruzamos tres frases.
Y me vine al ordenador a escribir estas boberías sin coníferas y con la minúscula esperanza de que a pesar de la resaca sigamos cruzando tres frases. Me sigue picando la nariz.
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