Traigo flores para mi blog zombi en su décimo aniversario.
Se muere, lo mato, lo pico con un alfiler, le doy respiración letra
a letra cada que quiero y quiero poco. Insiste, sigue ahí, ocupando un lugar en el ciberespacio, alimentándose
de las sobras de otros manjares con otros
invitados que van cambiando.
Si de vez en cuando lo reanimo es solo por la necedad de
conservar restos y huesos de otros tiempos.
Diogenismo sentimental.
Fetichismo afectivo.
Larga muerte en vida, querido blog, en tus -nuestros- diez
años.
¡Qué tan otra vida
fue nuestra propia vida!
A lo mejor un día te resucito y jugamos a que somos serios. A que no somos un mismo ombligo. Ya se verá si hay un cerebro disponible para
el trasplante. Ya se verá...